Un chipe es más pequeño que un pato, y un pato es más pequeño que un ave de rapiña. Algunos avistadores de aves pueden dar por sentado estas verdades, pero para quienes no pueden depender de la vista, a menudo es difícil entender el tamaño de un ave.
Eso es lo que estimuló a Haruo Uchiyama a crear sus singulares tallados táctiles. El tallador de madera japonés, que aprendió el oficio de su padre, se ha dedicado durante más de 35 años a esculpir aves en tamaño real que son exactas hasta la última pluma. "Los no videntes oyen las voces de los cuervos y gorriones todos los días, pero no entienden cómo se ven ni su forma o tamaño", comenta Uchiyama a través de su esposa y traductora, Tomoko. Algunos de los modelos también tienen grabaciones de sonido del nombre y el llamado del ave.
La colección de animales de Uchiyama ayuda tanto a educadores como a conservacionistas. Para un proyecto, creó más de una docena de pinzones de Galápagos para ayudar a maestros a enseñar evolución. Consultó a biólogos para aprender cómo se conformaron los rasgos de las aves a través del tiempo, incluso el tamaño y la forma del pico y otras adaptaciones que usaron para vivir. Por ejemplo, descubrió que el pinzón vampiro pone huevos de aves marinas lejos de las salientes para romperlos contra las rocas. Uchiyama también ha hecho marionetas para científicos que tienen programas de reproducción en cautiverio de polluelos de grullas blancas y siberianas. Los picos están trabajados con tanto esmero que se pueden usar para recoger un bolígrafo. Asimismo, ha tallado señuelos para albatros de cola corta para respaldar los esfuerzos de nidificación en la Isla Midway de Hawái.
La aventura actual de Uchiyama hace que talle parejas de macho y hembra de cuarenta especies de trepadores hawaianos —que han evolucionado en una tremenda diversidad de tamaños, formas y colores— para el Museo Bishop de Hawái. Uchiyama ha hecho cinco viajes a Honolulú para analizar con detenimiento la colección del museo y entregar modelos. Cada escultura le lleva aproximadamente un mes; hasta ahora, ha terminado once de los machos de estas aves.
De regreso en el taller de Uchiyama en Abiko, Japón, cada trepador empieza como un bloque de madera de tupelo con una textura perfecta, cultivada en los pantanos de Luisiana, en el que el artista cuidadosamente talla la forma de la especie. Luego pasa por la forma áspera con un molinillo para grabar los detalles de las plumas y usa alambres de piano para reforzar los picos largos y puntiagudos y las delicadas patas. Por último, pinta el modelo y aplica alrededor de ocho capas para que la superficie se sienta más plumosa.
Las esculturas son delicadas pero más duraderas que la taxidermia. Las plumas no se desvanecen al exhibirlas ni se deterioran al manipularlas con las manos desnudas. En su mayoría, los trepadores de Uchiyama se conservarán detrás de cristales en el Museo Bishop, donde el tallador espera que puedan ayudar a que la gente entienda las aves de Hawái, así como fuerzas superiores como la evolución y la conservación. Pero sus creaciones en última instancia servirán como tallados táctiles cuando pasen visitantes con deficiencias visuales. Para los avistadores de aves, los modelos funcionan como puentes a lo desconocido, aclara Tomoko: "Estoy segura de que su mundo será más grande que antes".