En Colombia, pajarear siendo ciego es posible gracias a un proyecto turístico

La primera y novedosa ruta de aviturismo para personas con discapacidad visual consiste de seis lugares que cuentan con guías especializados y rutas seguras. Gran ejemplo de cómo las aves y la naturaleza pueden estar al alcance de todos.
A man walks down a grassy trail in a field, towards a forested area. There is a railing made of rope to one side. We see the man from behind, and he has his hands on a rope.
Juan Pablo Culasso walks on an accessible path at San Felipe Birding. Foto: Juan Pablo Culasso

El bosque de niebla de los Andes orientales es uno de los lugares favoritos del mundo de Juan Pablo Culasso, quien lleva grabado los sonidos de la naturaleza por más de 15 años. A él le gusta esa fría sensación de la lluvia y de las nubes a medida que pasan por entre la vegetación y los árboles. Y disfruta especialmente la diversidad de sonidos musicales de una gran variedad de pájaros, como el canto aflautado del cucarachero flautista o pechicastaño, la compleja melodía del cucarachero sepia, o la resonancia del atrapamoscas lagartero. Pero, además, a Juan Pablo le encanta que los cantos y sonidos que graba en el bosque sean tan nítidos y limpios, sin el ruido de insectos que es tan común en otras regiones, como en el Amazonas.

Culasso, ciego de nacimiento, le presta más atención a los sonidos de la naturaleza que la mayoría de pajareros. Por ejemplo,,  puede identificar a más de 2000 aves por su canto. Durante el último año ha trabajado con otros colaboradores en la creación de una ruta de avistamiento para que personas con discapacidades visuales puedan visitar el bosque de niebla de Santa Antonio y disfrutar los pájaros de esa región del departamento del  Valle del Cauca.

La ruta consiste en seis locaciones en el popular distrito del Kilómetro 18, que recibe su nombre por su ubicación en la vía que conecta a Cali con Buenaventura. Las locaciones ofrecen senderos accesibles, caminatas guiadas, una guía sonora (con información y grabaciones de los 50 pájaros más comunes de la región) y alianzas como terratenientes de la zona para trabajar en la conservación del ecosistema. Este bosque, reconocido como área importante para las aves, sirve de hábitat a más de 300 especies. Culasso afirma que esta es la primera ruta para personas con discapacidad visual en el continente. “No hay ningún otro ejemplo de un programa parecido en Latinoamérica o el mundo”, dice Juan Pablo, quien nació en Uruguay y busca que se dé un mejor acceso a la naturaleza en todo el continente. 

Juan Gabriel Soto, también ciego de nacimiento, pudo pajarear por primera vez en una visita a  San Felipe Birding, una de seis las locaciones del proyecto. “Es maravilloso porque te da, como persona ciega, autonomía”, dijo Soto sobre la visita. Después de esa experiencia, el año pasado, se fue a casa con un nuevo interés en los pájaros y ahora puede identificar los cantos de las aves desde su ventana. “Cuando escucho ciertos sonidos, ya mira que este es el cucarachero y este otro un águila. Y con este conocimiento uno las disfruta mejor”, dice Soto.

Esta iniciativa nace de la colaboración entre Culasso con Carlos Mario Wagner, director del festival anual Colombia Birdfair, y la organización sin ánimo de lucro Asociación Río Cali. La esposa de Wager, Luz Adriana Márquez, tuvo la oportunidad de ver caminatas guiadas para personas con discapacidad visual en España. La pareja deseaba desarrollar algo parecido en Colombia, buscando expandir las oportunidades para el turismo de inclusión y aumentar el interés en las aves de la región. Pero no fue hasta que Wagner conoció a Culasso que el proyecto se hizo realidad. Juntos hicieron una propuesta y ganaron un concurso de USAID Natural Wealth Award, el cual apoya al gobierno colombiano en proyectos para proteger diversos ecosistemas.

Wagner y Márquez aportaron su conocimiento del área y de socios de la comunidad local para desarrollar la ruta. Usando su experiencia grabando la naturaleza y con turismo accesible, Culasso lideró los entrenamientos a los guías y operadores turísticos. Durante los entrenamientos, les pide a los guías tratar de sentir la naturaleza como él lo hace y los reta a describir los ecosistemas sin usar sus ojos, por ejemplo cómo se siente la humedad o la niebla. Lo que hace único a este proyecto es que las excursiones pueden organizarse en cualquier momento, no solamente en eventos programados. Culasso explica que cuando el turismo de inclusión tiene disponibilidad limitada, se dificulta la participación de personas con discapacidad.

Gracias al entrenamiento con Culasso, José Gregorio Hernández, uno de los guías de San Felipe Birding, aprendió a liderar caminatas con personas con discapacidad visual, a enseñarles a identificar aves por sus cantos y a describir los pájaros y sus ecosistemas para que los visitantes puedan formarse una imagen mental. Tradicionalmente, la mayoría de los clientes de Hernández son fotógrafos interesados en encontrar aves coloridas, poco comunes, y comenta que el entrenamiento le ha ayudado a mejorar sus habilidades de avistamiento. “Uno, que ya está en este tema de los pájaros, ha desarrollado mucho el oído, pero con esta experiencia lo desarrolla aún más”, dice Hernández.

La infraestructura accesible de los senderos en la ruta es un componente crítico del proyecto. Clara Cabarcas, dueña de San Felipe Birding, cuenta que identificaron e invirtieron en la adecuación de un sendero que se extiende 500 metros bosque de niebla adentro, el cual es fácil de acceder y transitar. Adicionalmente, pusieron una cuerda al lado del camino para que los visitantes se puedan mover de forma independiente e instalaron varios códigos QR que, gracias a una aplicación especializada, dan una corta descripción en audio sobre los pájaros de la región. Cabarcas dice que, hasta el momento, cinco grupos de personas con discapacidad visual han visitado San Felipe Birding. Cuando Soto fue con su colectivo Turismo Con Sentido, el cual promueve turismo para personas con discapacidad visual, quedó impresionado con la infraestructura de los senderos.

Motivado por el éxito de la ruta, el equipo ha podido entrenar a guías y operadores turísticos en tres nuevas locaciones en Colombia, una de ellas en una comunidad indígena en Guainía y las otras dos en dos comunidades rurales en Cesar y Casanare. Ellos esperan recibir más fondos para continuar expandiendo el programa. Culasso dice que la ruta para avistamiento para personas con discapacidad visual nace de las oportunidades que él ha tenido como observador de aves y para acceder y disfrutar la naturaleza. “Las considero un privilegio. Pero no debería serlo”, dice el naturalista urugyayo.

Para los operadores turísticos del Kilómetro 18 el turismo accesible es una inversión para incrementar el número de visitantes. Según el censo del 2018, en Colombia hay al menos dos millones de personas con discapacidad visual, alrededor del cuatro por ciento de la población. Clara Cabarcas dice que los senderos accesibles hacen que la naturaleza esté al alcance de para muchas más personas, no solamente de aquellas con impedimentos visuales. Según Hernández, uno de los  guías, “en Colombia se está volviendo un boom pajarear, mucha gente está interesada en ver pájaros”.

Wagner espera que fomentar el turismo de avistamiento de aves tenga un impacto positivo en la conservación de los ecosistemas de la región. Por ejemplo, la tángara multicolor, su pájaro favorito, hace cuatro años era un “fantasma” en el Kilómetro 18. Gracias a los diversos esfuerzos por conservar y proteger el bosque de niebla, hoy este hermoso pájaro puede ser visto - y oído-  en varias locaciones como San Felipe Birding. Para la comunidad invertir hoy en turismo accesible y conservación es una inversión económica para su futuro. Cuando la naturaleza es accesible, dice Culasso, todos ganamos.